30 de octubre de 2007

Mercado de Santo Domingo

El Mercado de Santo Domingo, apreciado por todos los pamploneses y todos aquellos que lo recorren, es hoy el centro de atención de mi cámara. Es antiguo, pero aún así está lleno de vida. Digno de envidia por parte de "el corte inglés". Donde las compras masificadas quitan la verdadera esencia de un mercado.

Entré insegura, de algún modo sentía que la gente podía leerme en los ojos lo que me proponía, parecía que sabían que llevaba escondida mi cámara.

Di un paseo inofensivo por el precioso mercado, observando cada puesto, sonriendo a cada tendero, y la verdad, cada vez me sentía más cómoda. Decidí empezar captando el ambiente que sentiría un cliente, ver lo que ven ellos, paresando por los alrededores observando el genero y di con una señora mayor que se notaba q conocía a cada tendero, que llevaba años yendo, le conté que estaba haciendo yo allí y le pregunté que porqué le gustaba tanto el mercado.

-Acaso no lo ves, es una maravilla poder tener este trato al ir a la compra-dijo sonriente.

Las jóvenes fruteras también sonrieron.

-Ya, ya han venido varios compañeros tuyos, ¡saca lo que quieras!-comentó sonriente mientras se medio escondía ante la presencia de mi cámara.

Admito que me sentí aliviada, tenia miedo de no saber crear un ambiente en e que se sintieran cómodas.

Noté que el pescadero de enfrente miraba interesado y me acerqué, le comenté de qué se trataba.

-Jo, si hubieras venido antes, ¡te podría haber enseñado un tiburón que tenía!-dijo entusiasmado y a la vez entristecido.


-Ja,ja, de la que te has librado, no t hubiera dejado irte hasta que fotografiaras el tiburón-Dijo a carcajadas su mujer.

Me reí, ¡qué pareja más encantadora!Así la verdad es que da gusto hacer la compra, se ganan la confianza y simpatia de cualquiera.Una sonrisa es la mejor publicidad.
Un señor mayor que esperaba la cola me comentó:

-Oye, nos pagaras, ¿no?-

Yo me reí, pensando que era por hacer la gracia, pero por lo visto la pensión no le daba para mucho, o tenia un mal día.

Paseé por el mercado, a rebosar, la gente iba y venia con prisas. Pero siempre había tiempo para charlar con la tendera sobre lo mayores que se están haciendo los nietos.
Llegué al puesto de las flores, donde un tímido tendero me miraba con desconfianza. Hable un rato con el, y al final conseguí sacarle, en un segundo plano, pero algo es algo. Su simpática compañera no puso ninguna pega.

-¡Que suerte has tenido! Acabamos de llenar el puesto de flores.-exclamó entusiasmada.

Seguí con mi propósito y tropecé con una pequeñaja que correteaba entre los puestos. Le pregunté a su madre y en cuanto saqué la cámara la niña que quedo paralizaba observándome, con esa mirada que parece querer saberlo todo.


Pasé al puesto de la carne y 3 tenderos muy abiertos se ofrecieron a posar juntos. Y al oír eso, un cliente que pasaba por allí se apuntó, y cerveza en mano, brindaron alegremente.

-¡Por un buen chuletón!-al unísono.


Cada vez me encontraba más a gusto, la verdad que la gente estaba de buen humor y eso se nota en el trato con los demás.

Pase y vi a una señora con un carrito con gemelos, y al comentarle lo que hacia, se ofreció a salir, y otra compradora que hacia cola junto a ella se animó.

-Venga sí, ¡que yo salgo con los niños!
Y entusiasmadas sonrieron a la cámara.
Pasé por otro puesto de frutas, más pequeño que el primero, pero igual de agradable. Y un comprador muy simpático comía un plátano mientas su mujer era atendida. Le pregunte si podía fotografiarles, y tímidamente escondió el plátano (inútilmente, porque se le ve) e izo un esfuerzo por sonreír.

Que animada estaba la gente, nadie me había puesto pegas por salir, si que me preguntaban para qué era, pero en cuanto les explicaba y les daba la dirección de Internet se ofrecían alegremente.

Volví al puesto de las frutas y hortalizas del principio, el más colorido y alegre.
-¿Como va el trabajo?-me pregunto una de ellas-Si quieres puedes pasar y sacar desde dentro.-

Emocionada me metí dentro del puesto, otra perspectiva del mercado me daría mucho juego. Ves a la gente eligiendo lo que quieres, dudando entre unas u otras manzanas, analizando la mercancía.
-¡Cuidado no t caigas, que hay trocitos de lechuga por el suelo!-me advirtió la encargada.
Normal, eran casi las 2 del medio día y habían tenido un jaleo todo la mañana de cuidado.
Me despedí alegremente de ellas, agradeciéndoles lo amables que habían sido en todo momento, y les di la dirección de la página de Internet para que pudieran ver las fotos. Y al salir, no ¡pero que tonta he sido! resulta que me entretuve tanto fotografiando en la planta baja que gasté todo el carrete allí y me quedé sin sacar los puestos de arriba. Que pena. Daban ganas de volver otro día.
Me fui satisfecha, había captado el ambiente del mercado, alegre, dinámico y ajetreado.

Nota: Gracias a todos os que participaron en este trabajo y gracias por ser todos tan amables.

24 de octubre de 2007

las 1000 imagenes

A través de la ventana empañada me alcanza el primer rayo de sol, miro a mi cámara, la observo. Qué mágico artilugio, capaz de impregnar un papel de sentimientos, capaz de captar la alegria, la intimidad, la complicidad… capaz de parar el tiempo y preservarlo para siempre.
Y esos recuerdos de papel, que son capaces de transmitir lo que sintió la persona que hizo esas fotos y a la vez, consiguen provocar distintas reacciones en cada observador que las admira...¿acaso no son mágicos?
La sigo observando, con ella puedo expresarme más que con palabras, mostrar como veo el mundo, prestar mi ojos, y con ellos, mi alma.
Como si parara el tiempo, fragmentando pequeños momentos, con los 5 sentidos alerta y unirlos todos en uno solo, para que al mirar esas fotografías puedas volver a la situación en las que las sacaste y sentir el frío o el viento o la emocion que sentías cuando las sacaste.
Y con la cámara a cuestas voy reflejando mis momentos, cada una de las situaciones que por alguna razón me hicieron disparar, para hacerlas inmortales.
1000 al día, me parece poco. Deberíamos sacar cada sonrisa, cada lágrima, cada sensación, cada risa, cada persona que nos cruzamos, cada paisaje, cada mirada….

23 de octubre de 2007

Vuelve a soñar

Busqué, revolví y rebusqué entre todos mis trastos, pero nada. Ningún juguete, nada de muñecas ni peluches...¿qué ha pasado? Todo lo que llenaba mi vida hace años, ¿ahora había desaparecido de ella?
Me sorprendí a mi misma, allí sentada, mirando al baúl ya medio vacío, en el que no conseguí encontrar ningún recuerdo de mi infancia.Y sentí nostalgia.
Por que una vez fui capaz de hacer bailar a la cuchara con la servilleta, de viajar a mundos perdidos en un barquito de papel, de dormir plácidamente en mi frágil inocencia y de crear historias de amor entre el gatito y la muñeca...¿qué ha sido de ese gran poder que poseía?
La cruda realidad nos lo va quitando, y al madurar nos contaminamos y aprendemos de mentiras, tristeza y egoísmo, porque resulta que la vida real no era como en aquellos años la imaginábamos con emoción.Nos frustramos. Y dejamos de creer en todo lo relacionado con los sueños .
Pero no debemos perder al niño que llebamos dentro, volver a tener esa mirada transparente que solo quiere ver la belleza del mundo, y que nuestra sonrisa sea lo más anhelado por la gente que nos rodea. Yo no lo perderé.
Y volví a mi casa, donde pase toda mi infancia y recuperé una muñeca cubierta de polvo y olvidada.

Hoy he vuelto a soñar, he soñado con piratas, príncipes y princesas, he navegado atravesando mundos fascinantes, he luchado en guerras sin sangre y he creado historias de amor perfectas.
Hoy he sido niña otra vez.




















10 de octubre de 2007

Mi arbol



Todo depende de los ojos con los que se mira


La tarde era húmeda y gris, soplaba un viento suave que acariciaba las hojas de los arboles.Sabia a donde tenia que ir.Me adentré entre los arboles de Ulia, una dura cuesta me esperaba pero lo que encontraría ahí arriba merecía la pena.
Durante el camino me di cuenta de que estaba mirando alrededor de otra forma, había subido por allí muchas veces y nunca me había parecido un camino interesante, sin embargo, ese día me pareció todo muy especial. Disfrutaba de cada paso, del susurro de las hojas al golpearse entre si, de sentir la tierra húmeda bajo mis pies, de los colores ocres que iban inundando el entorno y del olor, ese olor a naturaleza que muchos añoramos a veces.
Estaba aprendiendo a mirar.











Una vez arriba contemple mi recompensa, toda la ciudad a mis pies (que como buena donostiarra debo decir que una de las mas bonitas) y todo un bosque a mis espaldas.
Una luz limpia e intensa iluminaba todo.





















































Y ahí estaba,no me costo encontrarlo, se erguia firme , dueño de su territorio.Seguramente el más viejo, el que más me podía contar, el que tenia las mejores vistas.

Su tronco retorcido y algo tétrico surgía de la tierra con fuerza, y sus infinitas ramas salían por todas partes y trepaban unas sobre otras, como si quisieran llegar lo mas arriba posible, como si lucharan por se dueñas de la hermosa ciudad que tutelaban. Todo tipo de plantas se habían unido a él, para aprovecharse de su fortaleza, tendría las raíces mas fuertes y la experiencia de los años para reunir el mejor alimento.



Me quedé un momento a su lado, imitándolo, firme y segura. Y qué tranquilidad sentí, inexplicable, y quise ser tan silenciosa como él, tan fuerte.
El cielo comenzaba a despejarse y los primeros rayos de la tarde se asomaban entre las ramas y salpicaban de alegría mi árbol. Y recalco, mi árbol, porque ya ocupaba un momento de mi vida, quizás mal expresado por no ser de mi propiedad, pero aun así, ese momento había sido mio, y sólo mio.


La tarde se vestía de colores, la tierra tenia un color ocre brillante, la hojas recobraban su color, aun verde intenso, y su tronco un cobrizo lleno de vida. Ahora estaba feliz, sus ramas ya no luchaban, y su tronco no estaba retorcido, bailaban al ritmo del viento.
Ya me podía ir satisfecha, aquel árbol había compartido un momento conmigo, me había contado su historia, mi árbol.